Hace unos días Marta, la hija de unos íntimos amigos recibió su 1ª Comunión. Para todos nosostros fue una celebración especial, como de la familia. Fue un día completo, muy entrañable, la verdad es que creo quie todos nos lo pasamos genial.
Sus padres son unos de nuestros mejores amigos, a los que nos unen lazos muy estrechos: ella, Pepa, es madrina de mi hijo Luis, y Javier su marido el padrino de mi pequeña Ana. Nuestra relación es ya de muchos años, sólida y especial.
Hemos pasado juntos buenos (buenísimos diría yo) y malos momentos, momentos duros y en la mayoría de las ocasiones, divertidos. Juntos celebramos cumpleaños, fiestas, barbacoas, juntos aprendimos los cuatro a jugar al mus, pasando infinitas noches jugando ellos contra nosostras (ellos con señas, nosotras sin ellas...), los cuatro nos reimos a carcajadas con geniales partidas de Pictionari, (Pepa y yo somos las amas del juego!) mientras mis hijos eran pequeños y no se podía salir, y juntos vivimos la llegada de nuestros hijos, y la de Marta, una feliz llegada, muy esperada, muy deseada, y muy muy larga.
Ella es una preciosa niña, de ojos rasgados, pelo lacio negro, y sonrisa inagotable, que llego desde la lejana China hace ya más de ocho años, para llenar de alegría y encajar definitivamente las piezas que forman el puzzle de las vidas de Javier, Pepa y Marta.
Así que siendo una fecha tan señalada, me apeteció llevarle algo especial, era fácil no?: a por galletas esta vez de Comunión.
Pero no elegí la mejor semana para hacerlas; estuve liadísima de trabajo y encima hizo una semana de calor tremendo, por lo que la glasa decidió obrar por sí misma, cobrar vida propia y llevar mis nervios hasta el extremo.
Como andaba fatal de tiempo, y quería hacer las galletas me decanté por algo sin complicaciones; unas palomas y unas simples galletas cuadradas con un lazo. Hubiera querido decorar éstas últimas, pero ya me fue imposible.
Son sencillas, de glasa blanca y un par de florecitas de rococó en la cola, (bendita cola, cuántas galletas tuve que rechazar porque se me rompía...), con un lazo de raso que adorna su cuello. Nada más, pero estoy contenta con el resultado.
Las hice con la receta que os puse de galletas de mantequilla, y la glasa tal y como os expliqué en la entada de galletas para Daniela , creo que son la mejor receta para hacer galletas para decorar, nunca fallan.
El resto ya lo veis, una bolsita de celofán, etiquetas con el nombre de la niña y la fecha de Comunión que hizo mi hija Ana, y un lazo para cerrar el paquetito.
No sabía si a Marta le van o no a gustar, pero de lo que no dudaba era de que a Pepa le iban a entusiasmar, fijo. Y así fue, por lo que para mí, misión cumplida.
Con todo nuestro cariño, que sabeis que es infinito e incondicional. Y estoy segura que para siempre.
Felicidades a los tres!!